En un café de Park Slope, Linda Thompson, una profesora jubilada de 58 años, hojea los folletos electorales que ha recolectado en las últimas semanas. «Still undecided», dice con un suspiro, reflejando el sentimiento del 21% de votantes que, según las últimas encuestas, aún no ha decidido por quién votar. Este grupo, compuesto mayoritariamente por mujeres mayores de 40 años y votantes independientes, podría ser el factor decisivo en una elección que se perfila como la más reñida en décadas. «Ninguno de los candidatos me convence del todo», confiesa Thompson mientras toma un sorbo de café. «Cuomo tiene experiencia pero no es de fiar, Mamdani es muy joven, y Sliwa me asusta». Su indecisión no es única: en toda la ciudad, cientos de miles de neoyorquinos como ella se debaten entre el miedo al cambio y la frustración con el status quo.
Lo que define a estos votantes indecisos es su escepticismo hacia la clase política. El 70% cree que «todos los políticos mienten», según una encuesta de Siena College, y el 65% está más preocupado por los problemas concretos -seguridad, costo de vida, transporte- que por las ideologías. «Quiero alguien que resuelva los problemas reales, no que haga promesas vacías», dice Mark Johnson, un contador de 45 años que vive en Queens. Este pragmatismo los hace especialmente sensibles a los eventos de última hora. Un aumento en la delincuencia en los días previos a la elección podría beneficiar a Cuomo o Sliwa, mientras que un escándalo de corrupción perjudicaría al exgobernador. «Todo puede cambiar en las últimas 72 horas», explica el analista político David Chen. «Un error en el debate, una noticia impactante, incluso el clima el día de la votación podría inclinar a este grupo en una dirección u otra».
Lo que más preocupa a los indecisos es la seguridad. El 85% de ellos cita la delincuencia como su principal preocupación, seguido por el costo de vida (70%) y el transporte (60%). «No me importa si es demócrata o republicano, quiero que mi barrio sea seguro», dice Susan Miller, una enfermera de 52 años que vive en el Upper West Side. Esta prioridad ha llevado a muchos a considerar seriamente a Curtis Sliwa, a pesar de su retórica controvertida. «No me gusta su estilo, pero al menos habla claro sobre la delincuencia», admite Miller. Sin embargo, su falta de experiencia en gobierno y sus propuestas radicales, como la eliminación de los programas de justicia restaurativa, generan dudas. «No sé si es la solución, pero algo hay que hacer», agrega.
El transporte público es otro tema que genera división entre los indecisos. Mientras
de hacer el metro gratuito, los mayores de 50 años prefieren las ideas más moderadas de Cuomo. «Me gustaría que el transporte fuera gratis, pero no creo que sea realista», dice Robert Wilson, un abogado de 55 años. «Prefiero que mejoren el servicio que existe antes que hacer experimentos». Esta cautela refleja una tendencia más amplia: los votantes indecisos valoran la estabilidad por encima del cambio radical. «No quiero que Nueva York se convierta en otro San Francisco», dice Wilson, refiriéndose a los problemas de esa ciudad con la falta de vivienda y la delincuencia.Lo que podría decidir a este grupo es el desempeño de los candidatos en el debate final del 25 de octubre. «Muchos indecisos tomarán su decisión esa misma noche», predice Chen. Mamdani necesita convencerlos de que sus propuestas son viables, Cuomo debe demostrar que puede gobernar sin repetir los errores del pasado, y Sliwa tiene que presentar soluciones concretas más allá de su retórica de «ley y orden». «El que logre conectar emocionalmente con sus miedos y esperanzas tendrá una ventaja enorme», dice Chen. Mientras tanto, las campañas se centran en este sector del electorado con anuncios dirigidos y visitas a barrios clave. «Es como una partida de ajedrez», explica un estratega demócrata. «Cada movimiento cuenta, y el menor error podría costarnos la elección».
Lo que hace especialmente interesante a este grupo es su volatilidad. El 40% de los indecisos ha cambiado de opinión al menos una vez en las últimas dos semanas, y el 30% dice que podría hacerlo nuevamente antes del 4 de noviembre. «No es exagerado decir que estos votantes tienen el futuro de la ciudad en sus manos», concluye Chen. En una elección donde el margen de victoria podría ser de apenas 2 o 3 puntos, su decisión será crucial. Mientras los candidatos ajustan sus mensajes para atraerlos, los indecisos como Linda Thompson siguen evaluando sus opciones, conscientes de que su voto podría ser el que incline la balanza. «Es una gran responsabilidad», dice Thompson. «Solo espero tomar la decisión correcta».