Las calles de Portland, Oregón, fueron este martes escenario de un nuevo episodio de violencia política cuando manifestantes vinculados al movimiento Antifa prendieron fuego a una bandera de Estados Unidos durante una protesta frente a las instalaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). El incidente, que ya de por sí representaba un gesto simbólico de rechazo a las políticas migratorias del gobierno federal, escaló a niveles peligrosos cuando Chad Caton, director nacional del Caucus Conservador, fue apuñalado en la espalda al intentar recuperar la bandera mientras ardía. Aunque el chaleco protector que llevaba evitó que sufriera heridas graves, el ataque ha puesto en evidencia la creciente radicalización de las protestas en una ciudad que ya ha sido testigo de múltiples enfrentamientos entre grupos de extrema izquierda y derecha.
Según testigos, la protesta comenzó de manera pacífica, pero rápidamente derivó en actos de provocación cuando un grupo de manifestantes decidió quemar la bandera estadounidense. El gesto, que para muchos simboliza el rechazo a las políticas del ICE, fue interpretado por los conservadores como un ataque a los valores nacionales y una escalada innecesaria de la tensión. «Quemar la bandera es un acto de odio contra este país y contra todos los que creemos en sus principios», declaró Caton en una entrevista posterior, donde también denunció que las autoridades no intervinieron con la rapidez necesaria para evitar el ataque.
El momento más crítico llegó cuando Caton, quien se encontraba en el lugar documentando los hechos, intentó recuperar la bandera en llamas. En ese instante, uno de los manifestantes lo apuñaló por la espalda, aunque el chaleco protector que llevaba impidió que el arma penetrara profundamente. «Fue un acto cobarde, pero afortunadamente el equipo de protección hizo su trabajo», declaró Caton, quien también criticó la falta de intervención policial durante los primeros minutos del incidente. Las autoridades de Portland confirmaron que están investigando el ataque y que buscan identificar al agresor, aunque hasta ahora no se han realizado detenciones.
El incidente ha generado una ola de reacciones en las redes sociales y entre figuras políticas. Mientras sectores conservadores, como el senador Ted Cruz, condenaron el ataque como un ejemplo de la «violencia de extrema izquierda», grupos progresistas argumentaron que la presencia de Caton en la protesta buscaba provocar a los manifestantes. «No defendemos la violencia, pero tampoco podemos ignorar que hay personas que van a estas protestas con la intención de escalar los conflictos», declaró un activista local. Este tipo de narrativas enfrentadas reflejan la profundización de la división en Estados Unidos, donde incluso los símbolos patrios, como la bandera, se han convertido en objetos de disputa política.
Más allá del incidente puntual, el suceso plantea preguntas sobre el futuro de las protestas en un país donde la polarización parece no tener freno. Mientras las autoridades de Portland prometen reforzar la seguridad en futuras manifestaciones, analistas advierten que, sin un diálogo real entre las partes, estos enfrentamientos podrían intensificarse, especialmente en un año electoral donde las tensiones políticas están en su punto más alto. Lo único claro por ahora es que, en medio de la quema de símbolos patrios y los ataques personales, Estados Unidos enfrenta un desafío cada vez más urgente: cómo gestionar el conflicto sin que este derive en más violencia.