El miércoles 10 de septiembre de 2025, una explosión en Iztapalapa, uno de los distritos más poblados de Ciudad de México, dejó un saldo de cuatro muertos y 90 heridos tras el estallido de un camión cisterna que transportaba gas. El vehículo, que volcó bajo un puente, provocó un incendio de grandes proporciones que afectó a transeúntes, automovilistas y comercios cercanos. Las imágenes del siniestro, difundidas en redes sociales, muestran llamaradas que se elevaron decenas de metros, vehículos calcinados y personas corriendo en medio del pánico.
Entre los heridos, hay casos críticos con quemaduras de segundo y tercer grado que requirieron traslados en helicóptero a hospitales especializados. Una de las escenas más conmovedoras es la de una madre con su bebé en brazos, ambos con quemaduras visibles, mientras intenta recibir ayuda médica. También se observó a hombres con la ropa y la piel destruidas por las llamas, caminando en estado de shock. La alcaldesa Clara Brugada confirmó que 10 personas ya fueron dadas de alta, pero otras permanecen en condición delicada, con quemaduras que cubren gran parte de sus cuerpos.
La tragedia desató una ola de solidaridad en la zona. Vecinos de Iztapalapa llegaron a los hospitales con café, alimentos y mantas para los familiares de las víctimas, muchos de los cuales pasaron la noche en vela esperando noticias. «Que ya nos den información porque lo que pasó fue muy grave», exigía un joven frente a un centro médico, donde las listas de heridos se actualizaban constantemente. La fiscalía investiga las causas del accidente, que según informes preliminares podría estar vinculado a irregularidades en los permisos del camión, ya que la empresa propietaria no contaba con la póliza de seguro obligatoria para transportar gas.
El siniestro también paralizó el transporte público en la zona. La humareda alcanzó una estación del trolebús, lo que obligó a suspender temporalmente el servicio de metro y buses articulados, generando caos en una ciudad donde la movilidad ya es un desafío diario. Además, 28 vehículos quedaron dañados, algunos reducidos a escombros calcinados, y el puente donde ocurrió la volcadura sufrió daños estructurales que deberán ser evaluados.
Este tipo de accidentes no son nuevos en México. En 2019, la explosión de un ducto en Tlahuelilpan, Hidalgo, dejó 137 muertos en una de las peores tragedias relacionadas con combustibles en la historia reciente del país. Aunque las causas de la explosión en Iztapalapa aún se investigan, el caso reabre el debate sobre la seguridad en el transporte de gas y la necesidad de evitar que vehículos con irregularidades circulen en zonas densamente pobladas. Mientras las víctimas y sus familias intentan recuperarse, la ciudad enfrenta una vez más las consecuencias de una tragedia que, según las primeras investigaciones, pudo haberse evitado con mayores controles.