En un asilo de ancianos en Shanghai, donde el olor a medicinas se mezcla con el murmullo de las televisiones encendidas, un prototipo de Origin M1 se ha convertido en el compañero inesperado de los residentes. «Al principio, los abuelos se asustaban, pero ahora algunos hasta le cuentan sus problemas», explica Wang Mei, una cuidadora que ha visto cómo el robot, con sus gestos sutiles y su voz cálida, ha logrado lo que muchos terapeutas no: romper el hielo con pacientes que llevaban años aislados. «Es como tener un nieto que siempre está ahí para escucharte», dice Chen Laoshi, un anciano de 82 años que perdió a su familia en un accidente y que ahora pasa horas hablando con el robot, quien asiente, sonríe y hasta hace preguntas como si realmente estuviera interesado en sus historias.
Pero esta revolución robótica no está exenta de controversias profundas. «Estamos creando máquinas que pueden manipular emociones humanas sin realmente entenderlas», advierte la Dra. Mei Lin, experta en ética de la IA de la Universidad de Pekín. «¿Qué pasa cuando un robot simula empatía, pero en realidad solo está ejecutando un algoritmo? ¿No es eso una forma de engaño?», cuestiona, mientras observa cómo Origin M1 consuela a una anciana que llora al recordar a su esposo fallecido. «No es solo tecnología, es una redefinición de lo que significa ser humano», añade, mientras el robot, con un gesto casi imperceptible, coloca una mano sobre el hombro de la mujer, como si entendiera su dolor.
Lo que hace a Origin M1 verdaderamente único es su capacidad para adaptarse al contexto emocional. En una prueba realizada en un hospital psiquiátrico de Guangzhou, el robot interactuó con pacientes con depresión, ajustando sus respuestas según su estado de ánimo: si detectaba tristeza, inclinaba la cabeza y hablaba en un tono más suave; si percibía ansiedad, respiraba profundamente (simulado) para transmitir calma. «Es como si supiera cuándo guardar silencio y cuándo animarte a seguir hablando», explicó un paciente de 45 años durante una sesión, mientras el robot mantenía contacto visual con una intensidad que parecía casi humana.
Pero más allá de las aplicaciones médicas, el verdadero impacto de esta tecnología podría estar en cómo redefinimos las relaciones humanas. «Si un robot puede hacerte sentir entendido, ¿para qué necesitas a otra persona?», plantea Carlos Sánchez, ingeniero robótico español que ha trabajado en proyectos similares en Europa. «China está creando una generación que podría preferir la compañía de máquinas a la de otros humanos», advierte, mientras observa cómo un niño autista en Shenzhen se comunica por primera vez con Origin M1, quien ajusta sus expresiones para mantener su atención. «No es solo un avance técnico, es un
«, añade, mientras el robot sonríe al niño, quien responde con una sonrisa genuina, como si finalmente hubiera encontrado a alguien que lo entiende.Hashtags para difusión: #RobóticaChina #IAEmocional #RobotsHumanos #FuturoTecnológico #AheadForm #OriginM1 #InnovaciónChina #RobotsConAlma #TecnologíaQueConecta #ÉticaDeLaIA #FuturoDeLaRobótica